Otra vez tendremos que acostumbrarnos a un nuevo horario y combatir ese "mini jetlag" semestral que, no se si a ustedes, pero a mí me molesta cada vez más.
Debo de pertenecer a un grupo de riesgo para estas cosas. A medida que voy entrando en lo que yo llamo "la flor de la senectud", todos estas pijaditas que varían mi relación espacio-temporal con el universo me producen una gran desazón física y mental. No tener hambre a la hora de comer, o tenerla antes de la hora; no poder pegar ojo hasta una hora más tarde o dormirme en el sofá a las 11 y muchos ejemplos más que ustedes imaginan, todas estas variaciones me incomodan mucho.
Seguro que ya alguien anda diciendo que soy un finolis (doy la idea para que se queden ahí y no sigan subiendo por la escala de los adjetivos descalificativos) pero es que yo, apreciado lector o lectora, tengo muy sensibles los circadianos
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Me explicaré. Dicen los sabios que la vida de todos los seres vivos está regida por una serie de ritmos que llaman circadianos -del latín circa diem o alrededor del día- que afectan profundamente a la vida diaria y que tienen una duración de aproximadamente 24 horas, pasadas las cuales vuelven a repetirse. Este bonito esquema que me he mangado en la red me permitirá ilustrarles sobre cómo funciona el asunto.
La imagen representa un día completo y en ella se hallan señaladas las distintas incidencias rítmico-vitales que nos van sucediendo a lo largo de la jornada. He de decir de antemano que no me parecen del todo exactas algunas entradas que aparecen. Pueden ver, por ejemplo, que entre las 15:30 y las 17:00 horas nuestro cuerpo oscila entre "Máxima velocidad de respuesta" y "Máxima fortaleza muscular". Yo les garantizo que lo único que tengo en ese tramo horario es "Máxima capacidad de quedarme roque en el sillón"
Y es que nuestro organismo se ve sometido a distintas horas del día a descargas de hormonas que rigen nuestra vida. Ese periodo de subida de melatonina nos prepara para dormir toda la noche como benditos, aunque como habrán observado yo guardo un poquito de esta sustancia para la siesta. Con estas descargas hormonales el cuerpo se va regulando y controla la temperatura, la presión sanguínea y el grado de alerta que tenemos.
Pero hay dos cosas que me preocupan sobremanera: La primera es la que se refiere a la supresión del movimiento intestinal a las 22:30. Imagínense a mi pobre intestino despistadísimo con el cambio de hora. Ya lo estoy oyendo decirme, según la ocasión, ¿pero tú no cenabas una hora más temprano o más tarde? Pues yo voy a parar a la misma hora de siempre, así que tú verás lo que haces.
Sin embargo, de todo este asunto circadiano, lo que más me preocupa es lo que, según el esquema, ocurre a las nueve de la mañana. Sí, sí, me refiero a la testosterona. ¿De verdad creen que un hombre de mi edad puede permitirse el lujo de andar jugando con la hormona de la masculinidad? Ni locos deberíamos permitir que nos la mareen a la pobrecita con cambios de horarios ni otras chorradas por el estilo.
Mi cuerpo y mi espíritu piden que este sea el último cambio de horario y por todo lo expuesto insisto en decir ¡No me toquen los circadianos!
Estoy de acuerdo contigo y me sumo a la petición de que no nos toquen los circadianos. Y no es por finolis en absoluto, sino que una ya tiene una edad en la que los cambios deben partir de nuestro cerebro y voluntad, no de la voluntad de alguien (con poco cerebro) que se sacó de la manga un ahorro que hasta ahora no he visto justificado en ningún sitio.
ResponderEliminarMe voy a copiar ese ciclo y así también sé lo que toca en cada momento (sobre todo lo del inicio del movimiento intestinal. No me llamen a esa hora) Aunque, lo de la testoterona ¿también va por nosotras?
No dirás que no es preocupante lo que digo. Imagínate que con el despiste horario al cuerpo se le confundan los momentos y a tu santo le suban la testosterona y la melatonina y además le arranque el movimiento intestinal. No me lo quiero ni imaginar. En cuanto a que las mujeres tiene testosterona, no me cabe la menor duda.
Eliminar¡Cómo me he reído, Melchor! Muy buena entrada. Por lo simpática y por lo didáctica e ilustrativa. Muy propia de vos, mi señor.
ResponderEliminarYo, como Isa, voy a mangarme (me apropio de tu verbo) el esquema, para enmarcarlo y comprobar que mis circadianos se verán tan alterados como siempre con estos malditos cambios horarios. Ahora con más años y antes, con menos, nunca me he adaptado a este capricho y ya tiemblo con el que nos llega de nuevo, que es el que menos me agrada por lo que recorta (muy actual, por cierto) las horas de luz solar. Lo dicho, estupendo post.
Gracias por tu, como siempre, amable comentario, Charo. ASparte de bromas, si que es cierto que me altera los de los cambios de hora. A ver si algun día se acaban.
Eliminar¿Y no se podría manejar el reloj al antojo de uno siempre? Adelantarlo cuando queremos que acabe el día y retrasarlo cuando no queramos que llegue a su fin. Tal vez los circenses esos no nos tendrían tan acogotados. ;-)
ResponderEliminarEl único, problema sería ponerse de acuerdo con quien quisieras para ir al mismo ritmo. Los circenses, como tú los llamas, no perdonan.
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