José Ángel
Valente, poeta, ensayista y profesor
universitario, nació en Orense el 25 de abril de 1929. Se licenció en Filología
Románica en 1954 con premio extraordinario. Desde 1955 hasta 1986 residió fuera
de España impartiendo clases de lengua y literatura españolas en la Universidad
de Oxford; en Ginebra, donde trabajó, además como funcionario internacional de
la ONU. Luego en París, donde dirigió el servicio español de traducción de la
UNESCO. En 1986 se instala en Almería, residencia que alterna con París y
Ginebra. Siguió ligado a la docencia, dictando clases, como profesor visitante,
en universidades como la de Irvine, en California (Estados Unidos).
Aunque sus primeros poemas se publicaron
cuando aún era estudiante, Valente se dio a conocer en el mundo literario al
conseguir el Premio Adonais de Poesía, en 1954, con su libro "A modo de
esperanza".
Perteneciente, por nacimiento y edición, a
la generación llamada del 50 o del medio siglo, comenzó siendo un poeta
testimonial e irónico, hasta que a partir de "El inocente", en 1970,
su poesía adquiere un acento epigramático y conceptista.
Fue sometido a Consejo de Guerra en 1972,
al considerarse que en el cuento "El uniforme del general", incluido
en el libro "Número trece", aparecían conceptos ofensivos para el
ejército. Al tener por entonces su residencia en Ginebra, fue declarado en
rebeldía. En 1984 recibió el premio de la Fundación Pablo Iglesias, así como el
Premio Nacional de Literatura en 1993 y el VII Premio Reina Sofía de Poesía
Iberoamericana en 1998. Su obra poética ha sido abundantemente traducida al
francés, pero también a otras lenguas europeas, como el inglés, el francés, el
italiano o el alemán. José Ángel Valente falleció en julio de 2000. Junto con
las ya citadas, destacan entre sus obras las siguientes: "Poemas a
Lázaro" (1960), con la que obtuvo el Premio de la
Crítica,"Presentación y memorial para un monumento" (1970),
"Interior con figuras" (1976), "Tres lecciones de tinieblas"
(1980), con la que gana nuevamente el Premio de la Crítica, "El
fulgor" (1985), "No amanece el cantor" (1992) y
"Nadie" (1996).
Además de su obra poética, José Ángel
Valente escribió textos narrativos y poéticos en prosa como "Numero
trece" (1971) y "El fin
de la edad de plata" (1973) En este último, gracias a las
enseñanzas de los sabios orientales, a la Cábala, a los textos de los grandes
hombres de espíritu europeos, y en particular españoles, Valente recobra una
tradición en la que confluyen la poesía y la mística. La violencia de estas
páginas, llenas de sarcasmo, escarnio, iluminaciones y pesadillas, abonan en
todo momento una idea liberadora de transgresión.
Incluye en el libro Segunda variación en lo oblicuo, donde
describe una pintura atribuida la emperador chino Hui-tsung (1082-1135), que reinó como octavo emperador de la
dinastía Sung desde 1101 a 1125, y es conocido por su vida extravagante, debida
en parte a la decadencia y casi colapso del imperio y a la transmisión del
poder a sus enemigos. Sin embargo, también es famoso por su pasión por la
pintura, caligrafía poesía y prosa. Sus pinturas y caligrafía muestran un
excepcional refinamiento y observación de los detalles. Sus pinturas de pájaros
y flores, en particular, son famosas por su realismo y belleza. Hui-tsung fue el motor de la
Academia de Pintura de finales de la dinastía Sung del Norte y su influencia en
la primera pintura china es muy importante.
Segunda variación en lo oblicuo
El emperador Hui-Tsung pintó con exquisito
cuidado en el detalle una codorniz y un narciso. Ni el ave ni la flor ocupan en
la hoja del álbum el centro del espacio iluminado, sino un lugar de más ligera
luz en la esquina derecha. Aunque pintados con la pericia de un experto en la
contemplación de la naturaleza, ni el ave ni la flor pueden ser centro, sino
tan sólo indicación del centro o guía del ojo que los mira para alcanzar la
forma no visible en que el ave y la flor están inscritos. Del poder y la
gloria, de las victorias militares poco supo el monarca derrotado. Sobreviven,
en cambio, en una esquina de luz atenuada sólo el ave y la flor. Señalar una
esquina ya es bastante, según Hui-Tsung sabía de Confucio. Para quienes no
puedan hallar las otras tres inútil fuera repetirse.