martes, 7 de agosto de 2012

Aquel sabor


Hace ya algunos años, estábamos tres compañeros hablando de asuntos de trabajo cuando saqué un paquete de chicles de menta y les ofrecí uno. Uno de ellos comentó que si no nos habíamos dado cuenta de que ya era casi imposible encontrar chicles con azúcar. Dije entonces que yo añoraba los que, para mí, eran los mejores chicles del mundo momento en el que los tres gritamos a coro ¡BAZOOKA!
Y me vino entonces a la memoria como si tuviera doce años el sabor a fruta de aquella maravilla, su color que ha hecho que todavía hoy se hable del color rosa chicle, el envoltorio con los colores de la bandera americana y aquel diminuto comic en papel satinado que envolvía el masticable y que nos contaba las aventuras, inexplicables para muchos de nosotros porque venían en inglés, de un chico muy americano, Bazooka Joe, con gorra de visera y un parche en un ojo. ¿Dónde lo habría perdido?.
Al principio eran redondos, como con forma de tambor y unas acanaladuras que permitían partirlo para invitar a los amigos pues pocas perras para golosinas teníamos entonces. También venían en una barra larga que se podía partir con cuchillo para repartir. Este formato era como de gente rica. Más adelante evolucionaron hacia unas tabletas cuadradas que son las más conocidas.
El mayor placer era meterse dos o tres en la boca y hacer unos globos enormes que te estallaban en la cara. De repente desaparecieron del mercado canario y nunca más se ha sabido de ellos pero desde esta mañana tengo su sabor marcado en el cerebro.
¿Alguien sabe dónde conseguirlos?

3 comentarios:

  1. ¡Éramos tan generosos! Cuando un amigo no tenía chicle, entre todos los demás, poniendo cada uno un trocito del suyo, le hacíamos uno. Y cuando conseguíamos una barra enseguida la repartíamos.
    ¿Saben que hacen helados con sabor a Bazooka?

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    1. No sólo hacíamos eso sino que, además, como no nos dejaban comer chicle en clase y en aquellos tiempos no había perras para tirarlo enseguida, lo pegábamos en la tapa del pupitre de madera para seguir después con él. Con ello conseguíamos un nuevo y, supongo que peligroso sabor: ¡el chicle de barniz!

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    2. Por favor, Lolina, dime dónde lo compro. ¡¡¡Me encantaban los chicles bazzoka!!! Mis amigos y yo teníamos un dicho: " Se cree mejor que el chicle Bazooka" Lo decíamos, de manera peyorativa, de todo aquel que era un engreído ya que nada podía ser mejor que el chicle. Sigo usando el dicho. Es lo que me queda de los Bazooka.

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