viernes, 31 de agosto de 2012

Una codorniz y un narciso


José Ángel Valente, poeta, ensayista y profesor universitario, nació en Orense el 25 de abril de 1929. Se licenció en Filología Románica en 1954 con premio extraordinario. Desde 1955 hasta 1986 residió fuera de España impartiendo clases de lengua y literatura españolas en la Universidad de Oxford; en Ginebra, donde trabajó, además como funcionario internacional de la ONU. Luego en París, donde dirigió el servicio español de traducción de la UNESCO. En 1986 se instala en Almería, residencia que alterna con París y Ginebra. Siguió ligado a la docencia, dictando clases, como profesor visitante, en universidades como la de Irvine, en California (Estados Unidos).

Aunque sus primeros poemas se publicaron cuando aún era estudiante, Valente se dio a conocer en el mundo literario al conseguir el Premio Adonais de Poesía, en 1954, con su libro "A modo de esperanza".
Perteneciente, por nacimiento y edición, a la generación llamada del 50 o del medio siglo, comenzó siendo un poeta testimonial e irónico, hasta que a partir de "El inocente", en 1970, su poesía adquiere un acento epigramático y conceptista.

Fue sometido a Consejo de Guerra en 1972, al considerarse que en el cuento "El uniforme del general", incluido en el libro "Número trece", aparecían conceptos ofensivos para el ejército. Al tener por entonces su residencia en Ginebra, fue declarado en rebeldía. En 1984 recibió el premio de la Fundación Pablo Iglesias, así como el Premio Nacional de Literatura en 1993 y el VII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 1998. Su obra poética ha sido abundantemente traducida al francés, pero también a otras lenguas europeas, como el inglés, el francés, el italiano o el alemán. José Ángel Valente falleció en julio de 2000. Junto con las ya citadas, destacan entre sus obras las siguientes: "Poemas a Lázaro" (1960), con la que obtuvo el Premio de la Crítica,"Presentación y memorial para un monumento" (1970), "Interior con figuras" (1976), "Tres lecciones de tinieblas" (1980), con la que gana nuevamente el Premio de la Crítica, "El fulgor" (1985), "No amanece el cantor" (1992) y "Nadie" (1996).

Además de su obra poética, José Ángel Valente escribió textos narrativos y poéticos en prosa como "Numero trece" (1971) y "El fin de la edad de plata" (1973) En este último, gracias a las enseñanzas de los sabios orientales, a la Cábala, a los textos de los grandes hombres de espíritu europeos, y en particular españoles, Valente recobra una tradición en la que confluyen la poesía y la mística. La violencia de estas páginas, llenas de sarcasmo, escarnio, iluminaciones y pesadillas, abonan en todo momento una idea liberadora de transgresión.

Incluye en el libro Segunda variación en lo oblicuo, donde describe una pintura atribuida la emperador chino Hui-tsung (1082-1135), que reinó como octavo emperador de la dinastía Sung desde 1101 a 1125, y es conocido por su vida extravagante, debida en parte a la decadencia y casi colapso del imperio y a la transmisión del poder a sus enemigos. Sin embargo, también es famoso por su pasión por la pintura, caligrafía poesía y prosa. Sus pinturas y caligrafía muestran un excepcional refinamiento y observación de los detalles. Sus pinturas de pájaros y flores, en particular, son famosas por su realismo y belleza. Hui-tsung fue el motor de la Academia de Pintura de finales de la dinastía Sung del Norte y su influencia en la primera pintura china es muy importante.


Segunda variación en lo oblicuo

El emperador Hui-Tsung pintó con exquisito cuidado en el detalle una codorniz y un narciso. Ni el ave ni la flor ocupan en la hoja del álbum el centro del espacio iluminado, sino un lugar de más ligera luz en la esquina derecha. Aunque pintados con la pericia de un experto en la contemplación de la naturaleza, ni el ave ni la flor pueden ser centro, sino tan sólo indicación del centro o guía del ojo que los mira para alcanzar la forma no visible en que el ave y la flor están inscritos. Del poder y la gloria, de las victorias militares poco supo el monarca derrotado. Sobreviven, en cambio, en una esquina de luz atenuada sólo el ave y la flor. Señalar una esquina ya es bastante, según Hui-Tsung sabía de Confucio. Para quienes no puedan hallar las otras tres inútil fuera repetirse.


1 comentario:

  1. Me parece una pintura extraordinaria, y un concepto más extraordinario aún.

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